Sitio arqueológico de Stymphalos y Monasterio de Zarakas

La población de Estínfalo desde el periodo heládico tardío y en la época del emperador romano Octavio Augusto ha sido confirmada por las investigaciones y las excavaciones que allí se han llevado a cabo. Cerca del yacimiento arqueológico se encuentra el monasterio de Zaraka, un importante monumento religioso franco de Corinto.

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El yacimiento arqueológico se encuentra cerca del lago de Estínfalo, en un entorno realmente impresionante. Desde el lugar donde se encuentra la acrópolis pueden admirarse las vistas de toda la región desde Oligirtos, Mavrovouni (Geronteio) y Ziria.

La fundación de Estínfalo se remonta a los tiempo de la mitología y es ya referida por Homero en la Iliada. Su historia a través de los siglos es apasionante y llena de aventuras.

En la antigüedad, la región hasta el monte Cilene pertenecía a la Arcadia (no a Corinto) y está vinculada, por tanto, con la genealogía heroica de la Arcadia. Cuando el rey Arcas repartió su reino entre sus descendientes, dio a su primer hijo, Élato, las tierras alrededor del monte Cilene. Élato tuvo cinco hijos: Pereo, Isquis, Épito, Cilén y Estínfalo. Los tres últimos se vinculan estrechamente a la región del lago de Stimfalía.

Pausanias nos indica que, antes de Estínfalo, habitaba estas tierras Temeno, que estableció el culto a la diosa Hera. Las primeras obras de construcción debieron llevarse a cabo a principios del periodo heládico tardío, es decir, un poco después de mediados del siglo XVI a.C., cuando en todo el Peloponeso tuvo lugar un estallido cultural sin precedentes con el nacimiento de la cultura micénica.

Los habitantes de Estínfalo participaron en la guerra de Troya (finales del siglo XIII - principios del siglo XII a. C.). La antigua Estínfalo es mencionada en la Iliada de Homero junto a otras ciudades de la Arcadia de las zonas de alrededor del monte Cilene. Todas ellas participaron en la campaña, liderada por el rey de Tegea, Agapénor, uno de los pretendientes de Helena.

Bastantes siglos después, Estínfalo es mencionada en la obra de Jenofonte, Anábasis. En el periodo clásico y helenístico, la ciudad no parece que participara en los conflictos bélicos, a pesar de su ubicación estratégica. Los ciudadanos seguramente vivieron pacíficamente dentro de las murallas y sus célebres guerreros ofrecieron sus servicios como mercenarios.

En el siglo II a.C., su historia cambió de rumbo. En el 146 a.C., el cónsul romano Lucio Mummio venció a los aqueos y a los arcadios en la batalla de Leucapetra. Tras arrasar la ciudad de Corinto, las legiones romanas avanzaron hacia el interior del Peloponeso, llegando a la región de Estínfalo. A pesar de su resistencia, los habitantes no consiguieron vencerlos y, así, Estínfalo quedó destruida parcialmente. Continuó existiendo, aunque nunca volvería a llegar al florecimiento de antaño. Algunos colonos romanos llegaron aquí hacia mediados del siglo I a.C., cuando se fundaron colonias romanas en diferentes ciudades del Peloponeso. En los siglos siguientes el declive de la ciudad continuó hasta su abandono durante el periodo protobizantino.

Además de tumbas protocristianas de los siglos V y VI, no se han encontrado restos de iglesias cristianas de aquel periodo, de forma que se refuerza la teoría de que no existía ningún asentamiento organizado cerca del yacimiento arqueológico después de este periodo.  La inexistencia de fuertes medievales parece apoyar esta teoría.

Tras la caída de Constantinopla en 1204 y la conquista del Peloponeso por los francos, a poca distancia del extremo norte de la antigua Estínfalo se instalaron algunos monjes católicos de la orden de los cistercienses, y fundaron el monasterio de Zaraka, un importante monumento religioso franco de Corinto.
Se encuentra al este de la antigua Estínfalo, al lado del camino principal. Podrá verla gracias al volumen de sus pilares, en forma de torre. Al lado se encuentran las ruinas de la iglesia.

Tras la caída de Constantinopla en 1204 y la conquista del Peloponeso por los francos, a poca distancia del extremo norte de la antigua Estínfalo se instalaron algunos monjes católicos de la orden de los cistercienses. Fundaron el monasterio fortificado cerca del 1225 y se cree que dejó de funcionar como tal antes del 1276.
Los edificios fueron construidos con el abundante material que encontraron en el antiguo asentamiento, aunque no puede asegurarse que procedieran del antiguo templo de Ártemis, puesto que no se han hallado inscripciones.

La iglesia es una basílica de tres naves con nave central elevada.  El muro norte interior está reforzado con contrafuertes, mientras que en la esquina nororiental se encuentra el campanario.

Las excavaciones.
Las primeras excavaciones fueron bastante limitadas y se realizaron entre 1924-1930/1931 por parte del arqueólogo y arquitecto Anastasios Orlandos en nombre de la Sociedad de Arqueología de Atenas. Se encontraron fragmentos de la fortificación, parte del ágora, los cimientos de un edificio con pared circular, restos de los templos, la fuente sagrada que fluye sin interrupción desde hace miles de años. Se identificó también el koilon del teatro con los asientos esculpidos en la roca.

Las nuevas excavaciones se han desarrollado metódicamente desde 1982-2002. Se descubrió que Estínfalo tenía una urbanística bien estudiada, construida según el modelo del plan hipodámico de mediados del siglo IV a.C. Las excavaciones han confirmado, además, los indicios de investigaciones geofísicas anteriores, descubriendo viviendas, fortificaciones, un escenario teatral de la época helenística (323-146 a. C.) y cinco pequeños cementerios protocristianos. Los arqueólogos también consiguieron sacar a la superficie muchos objetos.

De forma paralela, la población de Estínfalo desde el periodo heládico tardío ha sido confirmada gracias al descubrimiento de óstracos cerámicos micénicos, así como también su colonización durante el periodo del emperador romano Octavio Augusto.

Fuente: academia.edu, de extensos textos de Georgios Lois, General del ejército (blindados) y escritor de temas históricos.

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